viernes, 29 de octubre de 2010

Recuerdos

Más allá de similitudes o diferencias, Argentina se vio nuevamente paralizada por la muerte de un líder. A sus 60 años, el ex presidente Néstor Kirchner, falleció a causa de sus padecimientos cardíacos. Junto a su pareja, y actual presidenta de la Nación, logró aliados y opositores, condujo al país a un nuevo puerto luego del naufragio del 2001, retomó los caminos de la unión regional y se emprendió en proyectos dirigidos a mejorar la situación de los más vulnerables. Hoy miles de argentinos mostraron su apoyo y afecto a su persona, a sus metas y logros.


Esta nota intenta rescatar lo vivido hace 36 años por el pueblo Argentino. Rememora la muerte del general en aquellos días fríos y de aguaceros. Su protagonista es Silvia Navarra, actual profesora de historia.










Los huérfanos del General

 “El primero de julio de 1974 falleció el Presidente de la Nación Juan Domingo Perón. Yo era preceptora en un colegio religioso y recuerdo que ese día se suspendieron las clases. Llegué más temprano a mi casa y al prender la televisión veo a la vicepresidenta, María Estela Martínez, “Isabel”, anunciando el fallecimiento. 
Aunque era algo que se esperaba, por sus padecimientos cardíacos, no dejó de resultar chocante. Puedo describir ese día como una jornada de preguntas, de interrogantes a cerca de qué iba a ocurrir de ahora en más, de quién iba a ocupar el lugar de una persona de la importancia de Perón.
El movimiento peronista y la política en Argentina terminaron de desorganizarse. Había que barajar las cartas y dar de nuevo. Todos quedamos huérfanos luego de su muerte: sus opositores, porque ya no tenían a la  figura del enemigo; y sus seguidores, porque habíamos pedido al líder.
Admire siempre la visión de Perón y creo que los meses posteriores a su regreso al país  fueron los más lúcidos de su último mandato. Con el tiempo, los jóvenes nos encontramos en el medio del desorden. Nos dábamos cuenta de que algo no estaba funcionando bien, teníamos una sensación extraña. A casi un año de su tercera presidencia, las cosas eran desastrosas. Pero creíamos en la teoría del cerco, pensábamos que al viejo no le llegaba la información de qué era exactamente lo que pasaba. No teníamos conciencia de que él había elegido ya un camino a seguir. Tampoco veíamos claramente a qué jugaban las organizaciones armadas, y menos después de que muriera el general.
Me acuerdo que me había enojado con mis viejos porque no me dejaron ir a recibir a Perón el día que llegó al país. Me emocioné muchísimo cuando lo vi bajar del avión por televisión. En ese momento tenía 17 años. Con mi grupo hablábamos de qué iba a pasar ahora que estaba en Argentina. Había ilusión, esperanza. Creíamos que con él el camino estaba resuelto y nos equivocábamos. En perspectiva, uno se da cuenta que pecó de ingenuo, pero esas épocas eran épocas de utopías y los más jóvenes teníamos mucho en mente las ideas del mayo francés y, sobretodo, de un graffiti que rezaba: tomo mis deseos por realidades, puesto que creo en la realidad de mis deseos.
El velatorio fue en el congreso nacional. Estuve aproximadamente 12 o 16 horas haciendo la cola para poder verlo. No logro recrear bien el recorrido de las calles de la cola, lo que si recuerdo es que fue una jornada de mucho frío y lluvias. Fui con una vecina, mi tía y mi prima de 14 años. Mis viejos lo miraron por televisión. Eran peronistas, pero ya no se movilizaban.
A pesar del dolor y la angustia, puedo afirmar que todo fue solidaridad. Recuerdo que un grupo de exploradores entregaba mate cocido y bizcochos a los que hacíamos la cola. Fueron dos o tres días de muy mal clima, pero no hubo ningún incidente que resuene en mi memoria y, es más, no hay registros oficiales de ellos.”




 Tatiana Aranda


1 comentario:

  1. Cuánto ha crecido el blog en este último tiempo; es grato ver que periódicamente publicás una entrada. Lo importante de escribir es eso: siempre seguir escribiendo. Un beso grande, espero que estés bien.

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